Maestro, sangre azul.

El saturado artesano, el infiel,
del recuerdo huyen heridos los peces,
sabor a tierra: el tolerante.
Como lengua celeste, el cielo se abre
a los pies tuyos. Eres indomable
como la noche inminente,
blancos ojos, blancas vestiduras,
corazón ennegrecido,
te oigo cantar en mis sueños
tus pasiones.
Tus dones oscuros,
llaneza sepultada,
calma infinita asolada
por el tiempo,
por la erosión,
tú no eres sino un hombre.